viernes, 19 de marzo de 2010
La isla siniestra (Martin Scorsese)
No me gusta que el mundo deba oír estas canciones tan tristes. Gustav Mahler
Gone, baby gone, Mistic River y Shutter Island son tres novelas del estadounidense Denis Lehane que, después de ser best sellers en formato libro, alcanzaron la versión cinematográfica.
La larga y prolífica trayectoria de Scorsese hace que tenga tres tipos de fans: los incondicionales, los que vieron sus películas hasta Cabo de Miedo y los que lo siguieron de allí en más. No soy fundamentalista y fui mutando de posición a lo largo de los años. No pretendo que Scorsese vuelva a filmar Taxi Driver porque sería un despropósito. Creo que se permitió crecer al mismo tiempo que se desarrollaba la tecnología y el cine iba encontrando nuevas formas de narrar.
La Isla Siniestra es otro filme producto de la asociación artística Scorsese - DiCaprio de la que surgieron obras como: Pandillas de Nueva York, Los Infiltrados y El Aviador. Narra la historia de un marshall que es designado, junto a un compañero, para investigar la desaparición de una mujer en un neuropsiquátrico para delincuentes situado en una isla en New England.
Comienza con las náuseas del protagonista durante el viaje en ferry hasta esa isla. Los signos que va desperdigando en el comienzo parecen ser los tics de una película de terror. Un cartel en la entrada que dice: Recuérdanos porque también hemos vivido, amado y reído. Una de las mujeres del patio le hace el típico gesto de silencio al marshall y eso parece indicar que todo lo que suceda dentro de la isla debe morir allí.
Scorsese apela al recurso del flashback para contar lo que fue la vida de Teddy Daniels antes de su legada al lugar. Así nos introduce en su vida de pareja y en su pasado como soldado durante la Segunda Guerra. En una de sus primeras conversaciones con el director del establecimiento, el marshall se empeña en dejar claro que ser un hombre de la violencia es diferente a ser un hombre violento.
La paciente desaparecida es sólo una mínima porción de la historia. Un pequeño misterio de cuarto cerrado. La mujer parece haberse esfumado sin que nadie tuviera percepción de ello. Deja un papel escrito del que arrastramos la frase: ¿Who is 67? En alusión a otro paciente faltante que es ignorado por la institución.
Muy pronto la mujer aparece y a uno lo asombra que, el que parecía ser el núcleo central de la historia, se mueva de lugar. De a poco, los flashbacks a los que hice alusión empiezan a mostrar un perfil cada vez más violento del protagonista. Daniels empieza a sentir migrañas y es medicado. De regreso de una de sus excusiones al faro, lugar donde son confinados en celdas individuales los presos de máxima peligrosidad, su ropa está tan mojada que le dan, para vestirse, el uniforme que usan los internos. Incluso, por su cansancio y su estado, pasa la noche con ellos.
De ahí en más el relato se transforma en un thriller psicológico agobiante, gótico, opresivo en el que se van desperdigando pistas que pueden ser útiles para cualquier escena que acontezca desde allí hasta el desenlace. Un desenlace complejo. Scorsese nos lleva a recorrer tres finales posibles en unos cuarenta minutos. Por fortuna, la fotografía es maravillosa, las escenas están muy bien concatenadas y el ritmo se sostiene a lo largo de toda la película. Si lo hubiera hecho otro cineasta nos preguntaríamos: ¿No será demasiado? Pero es Scorsese y no le sale tan mal.
El guión de Laeta Kalogradis hace hincapié en la locura, en el alcohol, en las pesadillas, en el insomnio, en las alucinaciones, en los fármacos. Deja planteada la disyuntiva: Qué es mejor. ¿Vivir como un monstruo o morir como un hombre decente?
Es un desparramo de excesos, se vuelve barroca de a ratos, desbordante. Pudo haberse elegido una estética más oscura pero, sin embargo, predominan la luz y una fotografía espectacular. Los planos son antológicos y hay imágenes de increíble belleza: cuerpos sumergiéndose en el agua, violetas flotando, la tormenta que hace que los protagonistas queden varados en el lugar.
Muy buena la actuación de Leonardo DiCaprio porque se trata de un personaje complejo que va intensificando el grado de violencia y de enfermedad a lo largo de la película. Estupendas las interpretaciones de Ben Kinglsey y Max von Sidow.
Robbie Robertson propuso un soundtrack diferente: utilizar música sinfónica moderna y algo de sampler. Suenan Cry, de Johnnie Ray, György Ligeti, Krzysztof Penderecki, John Cage, Max Richter, Giacinto Scelsi, Brian Eno, John Adams y Gustav Mahler. El viejo Mahler, paciente de Freud.
Para fanáticos incondicionales de Scorsese y para seguidores del género. Más que prohibida para quienes se revuelven en la butaca cuando la historia tiene más de un punto de inflexión.
A mi parecer, no hay nada más misericordioso en el mundo que la incapacidad del cerebro humano de correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de mares negros e infinitos, pero no fue concebido que debiéramos llegar muy lejos. Hasta el momento las ciencias, cada una orientada en su propia dirección, nos han causado poco daño; pero algún día, la reconstrucción de conocimientos dispersos nos dará a conocer tan terribles panorámicas de la realidad, y lo terrorífico del lugar que ocupamos en ella, que sólo podremos enloquecer como consecuencia de tal revelación, o huir de la mortífera luz hacia la paz y seguridad de una nueva era de tinieblas. HP Lovecraft
El séptimo continente (Haneke)
Cine club. Llegué a las 19:45 y era la primera. Me preguntaron cómo me había enterado, si había visto alguna otra película de Haneke, las preguntas de rigor. Tuvieron que agregar sillas a los costados por la masiva concurrencia.
En realidad, no puedo decir que la película me gustó. Experimenté una profunda fascinación pero también un enorme desconsuelo. Es formidable la estrategia narrativa que despliega para contar el proceso de degradación de la familia S. Las imágenes de la iconografía de lo que constituyó (¿constituye?) un modelo post industrial en decadencia: el lavadero de autos, la televisión, las cajas registradoras, el interior de los supermercados, las computadoras del trabajo de Georg, se contraponen a esas otras imágenes de los que pueden acusar recibo del impacto a través del dolor: como el hermano de Anna ante la muerte de los padres, Anna misma ante la contemplación de los cadáveres en la ruta y la pequeña Eva cuando ve la muerte de sus peces.
Va sembrando elementos significantes: Eva que finge una ceguera en el colegio, la forma sistemática en que comen y hasta rezan, las cartas a los padres de Georg, el agua envolviendo la cápsula en la que se transforma el auto (porque lo están lavando o por la lluvia), el poster de Australia, la radio siempre encendida. La tan trillada frase del congelamiento emocional y el congelamiento del lenguaje en Haneke.
Y el tercer tramo es demoledor. Esa suerte de banquete final (¿última cena cristiana?), la destrucción de la casa (proceso que un día después de haber visto la peli todavía es inefable para mí), los peces tomando las últimas burbujas de agua, el dinero viajando por el inodoro, el teléfono descolgado, la persistencia de la televisión. Me hizo mucha gracia verlos tirados en la cama, previo al suicidio, viendo por la tele lo que yo considero la canción más horrenda de la década del 80 que es The power of love cantada por la mega kitsch Jennifer Rush que estaba muy de moda. Y el concepto de moda siempre me remite a Lipovetsky que coloca a la moda como eje de un proceso social que demanda la producción y consumo de objetos, medios, cultura, publicidad.
También me recuerda otro ensayo de Lipovetsky la pregunta que se hace uno de los personajes: ¿qué pasaría si en lugar de cerebro tuviéramos un monitor y todos pudiéramos ver lo que pensamos? El homo pantalicus. Pero Lipovetsky se refiere a él en este siglo (por la proliferación de las notebooks, palms, etc) mientras que Haneke ya lo concibe en el 89.
El listo para consumir que denunció Habermas en los empaques de las compras y la cena de cereal y leche. O Vattimo cuando dice que hoy en la sociedad de consumo, la renovación continua de la vestimenta, de los edificios, etc, está fisiológicamente exigida para asegurar la supervivencia del sistema. Ese "fisiológicamente", tan determinate, es de lo que logra escapar la familia S.
Un hombre serio (Coen Brothers)
"Don't you want somebody to love / Don't you need somebody to love / Wouldn't you love somebody to love / You better find somebody to love" (Jefferson Airplanes, A Serious Man Soundtrack)
Perdí perspectiva en cuanto a los géneros cinematográficos. Ya no sé qué es una comedia negra y no estoy tan segura de que A Serious Man lo sea. Por allí alguien la calificó como uniquely Jewish film noir, lo que me resuena un poco más. Me pareció una película profundísima, bastante dura pero impecable y con un guión espectacular. El cuento que funciona como obertura es delicioso. Un prolegómeno de terror en versión idish. El dybbuk dando la bienvenida.
Leí en las críticas (La Nación levantando una entrevista del New York Times y todas la que tira la página oficial de Facebook) que es una versión del libro de Job. Lo conozco y sé de sus tribulaciones y del diálogo que sostiene con sus diferentes interlocutores pero en el trabajo de los Coen nunca llega el tiempo de la recompensa final.
Ellos minimizan su formación judaica diciendo que se restringe a lo que recibieron de niños y que nada les resultaba más cansador que las clases de hebreo, sostienen además que lo que los vincula al judaísmo es más una postura ética que religiosa. Incluso usaron un rabino consultor. Sin embargo, no sé si hay otra película que yo haya visto que represente mejor a los judíos. Si existe no es mainstream. Acepto recomendaciones. Reconozco esbozos en el viejo Woody Allen pero no superan eso.
Pasé por la web http://www.tora.org.ar/. Allí el Rabino Itzjak Ginsburgh alude al Libro de Job como un manual de psicología que describe el proceso del psicoanálisis. Creo que la visión cristiana del mismo libro es mucho más acotada. Me queda su revisión como tarea pendiente. Quizás sea enriquecedor cotejar las dos versiones.
Fue raro lo que me pasó en la butaca, me fuí entristeciendo a medida que los padecimientos de Larry se iban apilando. Los Coen dicen que para ellos fue divertido ver qué más le podía suceder a Larry pero yo no pude recibirlo así. El encuentro con el primer rabino roza la inocencia (Por aquello de: The boss isn’t always right, but he’s always the boss), la charla con el segundo es hilarante, no se puede creer el microrelato de los dientes con mensaje divino, y la indiferencia del tercero es casi injusta. De la web oficial se pueden bajar tres cortas escenas del guión en inglés en *.pdf. Las guardaré como preseas hasta que salga en formato libro.
Es loable que puedan desplegar tanto en tan poco tiempo: la separación de la mujer, la introducción y muerte de su nueva pareja, su trabajo como docente, la relación con los hijos y con el hermano, el deseo puesto en la vecina, sus pesadillas, el alumno que sacó F, la catástrofe económica, el anuncio inminente de un problema de salud y ese tornado final que amenaza con llevárselo todo. Leí en el post de un blog que había gente a la que le pareció larga. Para mí fugó en un suspiro.
Me quedan como huellas: los desarrollos en el pizarrón de Larry del gato de Schrodinger y el principo de incertidumbre de Heisenberg, Danny estudiando la Torah y su encuentro final con el Rabí Marshak que le habla de los Jefferson Airplanes casi en tono de revelación: When the truth is found. To be lies. And all the hope. Within you dies. Then what? Grace Slick. Marty Balin. Paul Kanta. Jorma... ...something. These are the members of the Airplanes. Interesting. Here. (Le entrega la radio). Be a good boy.
Siempre lo que viene es peor de lo que sucedió y, en ese sentido, creo que los Coen son implacables y persistentes. No sueltan un instante a Larry. Se queda sin familia, sin casa, sin profesión y todos los intentos por conciliarse con el planeta y con la divinidad se tornan vanos. Queda claro que Larry es un hombre serio y que hace lo que debe hacer. Lo que queda sin resolver, y es fantástico que así sea, es si es justo o no someterse con pasividad a los designios de Dios.
Es buena también la idea de la gráfica de la película: él sólo en la terraza tratando de arreglar la antena. Todo un epítome.
Impecables las caracterizaciones, un casting prolijo, una puesta en escena inobjetable.
Les dejo un gift de Liel Leibovitz:
"...however, and shaved off their beards and shook off their mamaloshen, their mother tongue, they quickly became besotted with the promises of modernity. They were urged to replace the yearnings for Olam Ha-ba, the messianic and redemptive world to come, with lust for the trappings of Olam Ha-ze, the earthly realm in which we live. They exchanged the Talmud for the law book, the medical text, the tax code. Even when they pursued theological studies, they did so with deference to the principles of the Enlightenment that had emancipated them..."
Viaja apenas mi mirada goy.
Rosa Patria (Santiago Loza)
Érase un animal atado y turbio / de fervientes desdichas / alimentado por el polvillo de los rubíes /y el sonido de las colinas (Néstor Perlongher)
Corría el año 1986. Yo terminaba con mucho desgano el secundario e intentaba, con poca fortuna, decidir mi vocación. Por aburrimiento puse un aviso en el Suplemento Sí para cartearme con gente que leyera a un par de autores que ahora no recuerdo. Entre quienes me respondieron estaba un chico, cinco años mayor que yo, que editaba una revista independiente de poesía de las que proliferaron en la salida de la dictadura.
Coincidió con mi traslado de la noche de los suburbios a la de Buenos Aires, fui muy pocas veces al Parakultural porque me hice más habitué de Cemento y porque nunca fui consumidora de teatro pero recuerdo a Batato Barea, a Fernando Noy, a Tortonese y a Urdapilleta. Las perfomances artísticas que solían hacer eran humorísticas, teatrales, surcadas por la literatura.
Bien, el chico que conocí estaba en pleno duelo. Su novia acababa de viajar a Londres por una beca y lo había dejado rebotando entre las paredes de La Giralda. Entonces decidió adoptarme y compartió conmigo sus lecturas, su proceso de escritura y hasta su militancia poética. Él fue quien me introdujo en la lectura de Perlongher y quien intentó, con estúpida desesperación, que yo escribiera poesía. El Perlongher que me mostró era muy marginal, era el Perlongher de esas revistitas hechas en mimeógrafo o el de Austria-Hungría. Todavía no había salido Alambres que fue editado por Último Reino. Eso, a fines de los´80, implicaba toda una consagración.
Marlene Dietrich / cantaba en Londres una canción entre la guerra; / Oh no no no es cierto que me quieras / Oh no no es cierto que me quieras (Nestor Perlongher)
La película de Loza es prolija y sorprendente, adjetivos que rara vez van de la mano. Me topé con figuras que se me desdibujaron en los inicios de los 90 como Sebreli, Fogwil, el mismo Noy. Leí bastante a Sebreli en el apogeo de su producción de ensayos. Fogwill fue uno de los primeros escritores en tener web y un atisbo de blog cuando recién apareció Internet. Ahí estaba, muy rodeado de mujeres y siempre respondía los mensajes. Anoche visité su página y la encontré muy descuidada. Tal cual la había abandonado, desalentada por la imagen de su verdadera muchacha punk, tan londinense y frágil. Otra vez Noy, nunca le creí como poeta. Lo intuyo como a un artista, como un performer, ni siquiera como un actor.
El calificativo de mod que Fogwill desliza para un arquetipo de homosexual me sonó pertinente por la búsqueda de oposición. Perlongher no era un homosexual mod porque su estilo literario no es sólo barroco por la decoración proliferante de palabras sino porque esas palabras tienen tanto connotación como denotación abigarrada y profusa.
Los que considero alumbramientos sobre Perlongher son su envidiada e increíble correspondencia, su necesidad de que hubiera un sustento teórico para el FHL y su idea del fin de la homosexualidad a partir del SIDA. Está inscripto en la suma de finales posibles que se plantearon en plena muerte del siglo XX. También me parecieron entrañables las referencias a Puig, Hernández, Lamborghini.
El documental está muy bien narrado. Desde los soportes que utiliza para mostrar las viejas fotografías hasta Carlos Casella bailando y cantando El vestidito verde.
Tendré que visitar a Alejandro Ricagno como poeta, sólo tenía su registro de las primeras épocas de El Amante.
Estamos sitiados Bernadotte / a dónde iremos / después de esta película tan triste. (Néstor Perlongher)
sábado, 13 de marzo de 2010
Alice in Wonderland (Tim Burton)
Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
- ¿Cómo sabes que yo estoy loca?
- Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí.
Mediodía en Adrogué, Alice in Wonderland en el shopping. Cuando llegué al cine noté que había un problema: la versión 3D es en castellano y la versión subtitulada no es 3D así que me resigné y compré entradas para las dos. No es fantismo insano, todos los adultos que estaban en el lugar hicieron lo mismo. Me alegré de no haber ido al Abasto o a alguno de esos mega cines porque las personas que estaban detrás mío ya compraban tickets para el sábado a la noche.
La guionista, Linda Woolverton, trabaja para Disney y fue autora de otras adaptaciones como La Bella y la Bestia y El rey León. Para el guión toma de Lewis Carroll: Alicia en el País de las Maravillas, Alicia a través del Espejo y el Jabberwocky, el mayor poema sin sentido escrito en lengua inglesa. No existen traducciones que estén al nivel del original porque los juegos que Carroll hace con el significante suponen la imposibilidad de ser llevados a otros idiomas. Por las descripciones parecería ser de tono épico y retratar a una especie de dragón.
Cuestión que Woolverton concatena esas historias con la de otra Alice, una adolescente a punto de transformarse en mujer que debe tomar la decisión de casarse o no con un hombre al que no ama. Alice tiene una pesadilla recurrente desde los seis años que acontece en un lugar al que ella llama el país de las maravillas y que, en realidad, es la infratierra que la espera al pie del árbol. Esa última historia es la que la nos traslada a la Londres victoriana a la que Carroll (o el reverendo Dogson) perteneció.
No aparecen todos los personajes de los libros sino una arbitraria seleccion Burtoniana: el Sombrerero, el gato de Chesire, la oruga, la Reina de Corazones, la Reina Blanca. Y, para contar a la Alice que todos esperamos, apela a un flashback oportuno donde la muestra de niña pintando las rosas blancas de rojo en el jardín del palacio. Los juegos de palabra no son los mismos que los del texto original y carecen de su profundidad semática pero conservan su espíritu.
Burton, en una entrevista que leí hace mucho tiempo, se reía de que los críticos lo catalogaban como decorador de interiores. Me parece que a esta altura ya probó su talento, de hecho hasta el MOMA exhibió sus obras. Lo bueno es que esta vez logra apoderarse de la historia de un estudio y la lleva al celuloide con su marca personalísima. Nadie cuenta relatos fantásticos como él y en eso hay que ser respetuoso.
Las actuaciones son muy buenas, sobre todo teniendo en cuenta que los escenarios y algunos de los personajes son digitalizados lo que demanda al actor trabajar sobre un fondo verde y hablándole a una pedazo de cartón. Johnny Depp, Mia Wasikowska, Helena Bonham-Carter y Anne Hathaway están impecables. El arte quedó a cargo de Robert Stromberg que también es responsable del diseño de Avatar. A decir verdad, no me sorprendió, después de The Lord of the Rings es muy difícil que un castillo me impacte. Pero en 3D todo es avasallante, omnipresente, hasta deliroide. La escena de la hora del té es magnífica, la profundidad de la mesa y su paleta de colores te deja mudo.
La grabaron en formato tradicional y después la convirtieron. No es 3D puro. Es la consolidación del cine high tech al que alude Baudrillard pero, a diferencia de él, no creo que la ilusión se retire sino que esa ilusión se corre a otro lugar tan simbólico como el que tenía aunque renovado. No hay excesos en Burton. Todo está dosificado: muy medido, muy logrado y, aunque a veces sientas que estás metido en un holograma, ésa es parte de la fantasía usada en beneficio del relato. No por eso pierde el estilo del viejo tale inglés que sobrevivió una centuria y media.
Peter Greenaway decía que el cine estaba atascado en la novela decimonónica y que, en ese sentido, el único que había hecho verdadero cine había sido Walt Disney. Greenaway es un provocador porque él se basa en lo pictórico para desplegar su obra y la pintura es un arte más antiguo que la novela decimonónica pero instalaba la polémica. ¿Habremos cruzado la frontera? No lo sé.
Habrá 2 discos para el mundo de Lewis Carroll contado por Burton. El primero es Almost Alice, el cual tiene 16 canciones compiladas.
1. Alice – Avril Lavigne
2. The Poison – The All-American Rejects
3. The Technicolor Phase – Owl City
4. Her Name Is Alice – Shinedown
5. Painting Flowers – All Time Low
6. Where’s My Angel – Metro Station
7. Strange – Tokio Hotel and Kerli
8. Follow Me Down – 3OH!3 y Neon Hitch
9. Very Good Advice – Robert Smith
10. In Transit – Mark Hoppus with Pete Wentz
11. Welcome to Mystery – Plain White T’s
12. Tea Party – Kerli
13. The Lobster Quadrille – Franz Ferdinand
14. Running Out of Time – Motion City Soundtrack
15. Fell Down a Hole – Wolfmother
16. White Rabbit – Grace Potter y the Nocturnals
El segundo álbum es el de la música incidental de la película, compuesta por el gran Danny Elfman (Batman, Beetle Juice, Spider-Man, Misión: Imposible, El Cadáver de la novia). Ambos álbumes debutaron al mercado el 2 de Marzo del 2010.
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Alicia en el país de las maravillas,
Laura Bravo,
Tim Burton
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